Es un hecho constatable que las personas con enfermedades cardiovasculares e hipertensión constituyen uno de los grupos de mayor riesgo para desarrollar síntomas graves por la COVID-19. Esto hizo que investigadores de todo el mundo se pusieran a trabajar sin denuedo para escudriñar qué relación subyace en estas dos patologías. La Argentina, y en particular la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, registra una larga tradición en los estudios del sistema renina-angiotensina-aldosterona, que es el intrincado sistema hormonal encargado de regular la presión sanguínea y el volumen extracelular corporal, así como del delicado balance entre el sodio y el potasio. Y es en ese contexto que la enzima ACE2 (por sus siglas en inglés, pero ECA2, en español) podría constituirse en otro de los flancos por donde atacar a este coronavirus.
Los animales de experimentación son piezas claves en la biomedicina, tanto en la investigación como en las pruebas diagnósticas y en los controles de productos farmacéuticos. Gran parte de los avances que hoy gozamos no hubieran sido posibles sin usar animales no humanos. Ahora bien, se impone cada vez más un férreo compromiso y un desafío bioético irrenunciable a todos quienes participen en procesos que impliquen animales, así como a la propia institución científica o académica donde tales prácticas se realicen.
Investigadores de la Facultad de Farmacia y Bioquímica y de Medicina de la Universidad de Buenos Aires en colaboración con científicos de la Universidad Nacional del Comahue estudiaron en cultivos celulares y en ratas los efectos de la exposición a bajas dosis de clorpirifós, insecticida organofosforado de muy amplio uso en la Argentina. Hallaron que estos compuestos actúan como disruptores endócrinos, en particular operan "como si" fueran hormonas esteroideas, como un estrógeno. Es ampliamente conocido que la exposición a estrógenos predispone a la carcinogénesis. Los resultados permiten hacer una advertencia, no solo a las poblaciones que por motivos laborales están expuestas a estos tóxicos permanentemente, sino también a quienes hayan padecido o estén presentando cáncer de mama, dado que, en gran proporción, estos cánceres son dependientes de las hormonas.
Cinco centros de investigación públicos de la Argentina pertenecientes a las facultades de Ciencias Exactas y Naturales y de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, de la Universidad Tecnológica Nacional, sede Haedo, y del Instituto Milstein-CONICET han montado un consorcio de 27 investigadoras e investigadores, que desde hace un mes trabajan mancomunadamente en la investigación y producción de herramientas moleculares que puedan resultar de utilidad, ya sea para el diagnóstico y el tratamiento, como para el anhelado desarrollo de alguna vacuna que permita contrarrestar los embates del virus SARS-Cov-2.
La incidencia de la brucelosis humana es alta en la Argentina, lo que constituye un problema de salud pública debido a los costos generados por la incapacidad física que produce, y por los tratamientos antibióticos que requiere. No existen aún vacunas contra la brucelosis para humanos. Un equipo de investigación en la Facultad de Farmacia y Bioquímica trabaja en el desarrollo de vacunas acelulares, que contengan solo algunos componentes bacterianos que despierten una respuesta inmune adecuada y suficiente.
Investigadores y técnicos de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) "Doctor Carlos Malbrán" secuenciaron los genomas completos de tres pacientes argentinos con coronavirus SARS-COV-2. Tomás Poklépovich, bioquímico y docente de la cátedra de Física de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, forma parte del equipo. En esta entrevista responde a cuestiones centrales de ese desarrollo.
Son numerosos los problemas y desafíos con los que hoy interpela el brote de coronavirus (Covid-19) a los sistemas sanitarios en el mundo. Más que nunca es imprescindible contar con información rigurosa que nos ayude a responder los principales interrogantes que plantea el brote de Covid-19, ya declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud.
“No solo estamos luchando contra una epidemia; estamos luchando contra una infodemia”, alertó el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanon Ghebreyesus, en la Conferencia de Seguridad realizada en Munich el 15 de febrero de 2020. Un tsunami de información verdadera, mixturada en un revoltijo mayoritario de rumores, datos falsos, inciertos, incomprobables, atemorizantes, amenazantes… Nuevamente la internet y las redes sociales están en el ojo del huracán.
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