La inseminación artificial de equinos es un redituable negocio internacional. En la Argentina, por citar un ejemplo, el negocio de los caballos de elite dejó en 2020 un saldo de unos 30 millones de dólares estadounidenses anuales. En el país se producen cerca de 8000 embriones de la raza polo argentino, según la Agencia Bloomberg; este deporte genera una cadena de valor que nutre a unos 40.000 jugadores en 70 países del mundo. Un dato que permite poner en contexto las estrategias para mejorar la eficiencia de las técnicas de reproducción asistida en equinos que se divulgan en esta nota. Claro que, de un rocín de mala estampa y poca alzada, la posibilidad de generar un brioso corcel solo queda en el terreno del oxímoron de aquel antiguo refrán castizo del título.
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