El acto de divulgación de la ciencia constituye un enlace entre la producción científica y la sociedad. Comunicar el trabajo de los científicos a la ciudadanía se enmarca en el compromiso de devolver en forma de conocimiento lo que la sociedad les da. Entonces, pensar la divulgación científica implica pensar en qué estímulos crearán el interés del público por ampliar la visión del mundo en el que viven, a sí mismos y su entorno.
DIVULGACIÓN EN CONTEXTO
Para hablar de divulgación, hay que entender que existen muchos términos equivalentes: difusión de la ciencia, extensión de la ciencia, comunicación de la ciencia, comunicación pública de la ciencia, comunicación social de la ciencia, periodismo científico, popularización de la ciencia, alfabetización científica y cultura científica, y siguen los ejemplos.
En efecto, la divulgación científica opera dentro de un campo sumamente amplio. En una sociedad globalizada donde se tiene acceso inmediato y muy amplio a la información, se requieren también explicaciones rápidas, pero sobre todo, confiables. Esta tendencia parece conminarnos a estar al tanto de lo que sucede, pues sus hallazgos, principalmente en la tecnología, influyen en la vida diaria. Si bien la apreciación pública de la ciencia tiene su forma más propicia en los beneficios tecnológicos, es importante destacar que la ciencia forma parte de la cultura humana igual que el arte y las humanidades.
Para no morir en el intento de divulgar conocimiento científico, lo primero que los miembros de la comunidad científica debemos tener claro es la necesidad misma de divulgar. En muchas ocasiones mostramos reticencias para dedicar parte de nuestro tiempo a esta tarea por múltiples razones. Tradicionalmente, la divulgación no ha aportado sustancialmente al currículo, ni ha sido demasiado reconocida por los colegas. Pero esta situación está cambiando, y hoy deberíamos ser activos en la difusión de la ciencia. Puede parecer que el esfuerzo de la comunidad científica por difundir su trabajo (y la ciencia en general) difícilmente servirá para mucho. Vivimos en una época donde existe un creciente interés por la ciencia, que corre en paralelo a la mayor actividad divulgadora que se ha producido en Argentina en los últimos años.
Seguramente cuando queramos encarar el proceso, nos haremos las siguientes preguntas: ¿Divulgación? ¿De qué? ¿Para niños, adolescentes o adultos? ¿Para primaria, secundaria o universitaria? ¿Para científicos de otras especialidades? ¿Por escrito, en video o por radio? ¿Estilo literario o periodístico? ¿Como cuento, entrevista, artículo o experiencia de laboratorio? Como se aprecia, las posibilidades de llegar al público interesado en la divulgación de la ciencia son diversas, amplias y con características particulares. Sin embargo, en todas ellas, debe cuidarse el tratamiento de la información científica primaria, sin descuidar ni tergiversar el rigor implicado en los productos y avances de la investigación científica.
En nuestra Facultad, también se han hecho esfuerzos para acercar la ciencia al público. Podemos empezar por nombrar la publicación digital FYB En Foco (http://enfoco.ffyb.uba.ar) o el programa de radio Dosis de Radio. Hemos participado en eventos como la Noche de los Museos o la Semana de la Ciencia. No podemos dejar de lado la creciente importancia de las redes sociales de nuestra Facultad (Instagram, Tweeter y Facebook) en divulgar avances científicos realizados por nuestros docentes e investigadores. Dado que no solo es importante realizar divulgación científica, en la Facultad se dictan cursos de actualización y formación en distintos aspectos de la divulgación dirigidos a aquellos colegas interesados en comenzar a formarse en esta área.
UNA TAREA COMPARTIDA
Existe un cierto y creciente consenso sobre la necesidad de llevar el conocimiento científico a la sociedad y conseguir ciudadanos formados e informados, que apoyen la ciencia y su financiación y dispongan de suficiente criterio y opinión ante cuestiones que afectan a todos. Esa tarea la realizan diversos colectivos, cuyos objetivos, herramientas y características son muy diferentes. Destacan especialmente los científicos, los periodistas, los divulgadores, las instituciones y las empresas. Cada uno cumple un rol distinto, y podemos describirlo a continuación en forma breve.
Los científicos asumen un papel esencial en la difusión de la ciencia, ya que son los máximos expertos en su especialidad, lo que les confiere credibilidad, conocimiento y autoridad. En los últimos años muchos de ellos han descubierto que la divulgación es una actividad interesante, la consideran parte de su trabajo y la practican de forma habitual. Esta eclosión ha venido de la mano de las nuevas tecnologías, que permiten comunicar de manera rápida, directa y cotidiana. Los divulgadores son personas que, de forma profesional o aficionada, se dedican a la divulgación de forma activa: muchas veces esa es su única actividad y, en otras ocasiones, pueden combinarla con docencia en distintos niveles educativos o investigación. Las instituciones relacionadas con la ciencia (como nuestra Facultad), se han convertido en actores importantes en la divulgación científica, especialmente a través de sus páginas web, jornadas de puertas abiertas y otras actividades. Cumplen la misión de facilitar de forma inmediata y sencilla a cualquier interesado el acceso a la información y la documentación de su área.
Existen varias razones por las cuales no todos los científicos están dispuestos a dedicar tiempo a la divulgación; una de las más importantes es el poco reconocimiento académico que tiene dentro de su currículo en el sistema científico, aunque en los últimos años se han realizado avances en la jerarquización de esta actividad.
COMENZANDO A INVOLUCRARSE
Ya he destacado la necesidad de comunicar el trabajo de los científicos a la sociedad, tanto por el compromiso de devolver en forma de conocimiento lo que la sociedad les da como por propio interés para que sus líneas de investigación reciban soporte público y financiero. En este punto del análisis conviene decidir el grado de implicación que el investigador puede adoptar. Puede optar por una actividad activa y directa. Convencido de los beneficios de la divulgación de la ciencia, puede dedicar de manera regular una parte de su tiempo a las tareas divulgadoras. Por ejemplo, manteniendo un blog, siendo activo en las redes sociales, impartiendo conferencias o escribiendo algún libro.
También, su participación puede ser activa e indirecta. Si las restantes tareas, docentes e investigadoras, le dejan poco tiempo libre, puede tener siempre presente que sus investigaciones son susceptibles de ser noticiables y ponerse en contacto con organismos que se encarguen de esta actividad (Subsecretaría de Comunicación y Cultura, en la Facultad de Farmacia y Bioquímica) de forma regular para que puedan conocer su trabajo y decidir cómo y cuándo difundirlo.
Por último, la actividad puede llevarse a cabo de forma pasiva. Es lo mínimo que se puede hacer en divulgación de la ciencia. No hace falta que dedique tiempo a estas labores, pero sí, al menos, esté predispuesto a atender a los periodistas u otras personas que lo contacten por algún tema específico.
Existen diversas maneras de trabajar en conjunto con el organismo encargado de divulgación y comunicación de la ciencia en las distintas instituciones. Una de las formas se origina al publicar una investigación en un tema relevante actual o destacado. En este caso, el organismo puede contactarse con el investigador para elaborar una noticia, pero también para una entrevista o reportaje. También se incluye la solicitud de un artículo de divulgación sobre el tema publicado. También puede darse el camino inverso, y que sea el investigador que se contacte con el organismo para divulgar el tema o noticia. El investigador puede ser contactado también en el caso de fechas especiales, efemérides o conmemoraciones, para incluir en la publicación la visión de un experto en el tema en cuestión. Otra forma surge en el caso de temas de actualidad, temas presentes en todos los medios, descubrimientos, hechos inesperados, donde nuevamente puede darse que el organismo contacte al investigador experto o con conocimientos en el tema o viceversa.
En este párrafo se pretende ejemplificar algunos ejemplos relevantes de interacción entre el investigador y los organismos relacionados en las instituciones donde trabajan; pueden existir otros.
EL EJEMPLO DEL ARTÍCULO DE DIVULGACIÓN
Antes de finalizar este análisis, me interesa comentar brevemente la importancia del artículo de divulgación científica, del que principalmente se nutre nuestra publicación digital FYB En Foco. El texto de divulgación científica trata de difundir y explicar los conocimientos básicos de la ciencia, así como también los problemas aún no resueltos por ella, por supuesto, siempre dentro del contexto necesario para que no sean únicamente un informe de resultados derivados de investigaciones. Dado su apego a la objetividad científica, este tipo de artículo debe cuidar el contenido y sentido original de la investigación sobre la que da cuenta, además de atender a la claridad y precisión que demanda un lector no especializado. El discurso utilizado en estos casos se vale de recursos como la reformulación, las metáforas, las analogías, entre otros. Existen algunas recomendaciones básicas que el investigador puede seguir al escribir este tipo de artículos. Se puede citar las siguientes: romper la estructura hipótesis-resultados-discusión; usar un lenguaje directo y sencillo; proponer ejemplos, paralelismos con la vida cotidiana y contextualizar; utilizar material gráfico o audiovisual; utilizar diversos recursos para facilitar la comprensión del tema. Pero la recomendación básica más importante se centra en el título, que debe ser breve, atractivo y riguroso para poder acaparar la atención del lector; muchas veces el uso del sentido del humor ayuda enormemente.
REFLEXIÓN FINAL
Es evidente que existe tanto diversidad como flexibilidad en los criterios empleados para definir divulgación, difusión, comunicación y conceptos relacionados de la ciencia. Mientras algunos autores establecen fronteras taxativas, otros son más flexibles y suelen considerarlos como sinónimos.
Debemos pensar al acto de divulgación de la ciencia como un enlace entre la producción científica y la sociedad. La identificación entre ciencia y sociedad es posible, pero requiere una mayor conciencia por parte de todos, principalmente de aquellos que hacen investigaciones científicas (científicos), de los directores de instituciones de investigación en C&T (privadas o públicas), de los medios de comunicación (editores y periodistas) y del público (jóvenes y adultos). Pensar la divulgación científica implica pensar en qué estímulos crearán el interés del público por ampliar la visión del mundo en el que viven, a sí mismos y su entorno.
Silvia Álvarez es doctora de la Universidad de Buenos Aires, profesora adjunta de Fisicoquímica y subsecretaria de Comunicación y Cultura, Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB-UBA).
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