MARIHUANA: “LA CLANDESTINA” QUE SE HIZO LEGAL Y MASIVA

La reglamentación de la ley 27.350 en 2020, legalizó en la Argentina el consumo de productos derivados de la marihuana para uso medicinal. Desde entonces, el aceite de cannabidiol tiene cada vez más indicaciones terapéuticas y aceptación popular. Sin dosis tóxicas y con pocos efectos adversos, ese derivado de la planta de marihuana desafía a la medicina tradicional y se posiciona como tratamiento para el insomnio crónico.

                                     

Se abrió camino desde la oscura marginalidad de lo ilegal. Prohibida durante casi medio siglo por ser considerada carente de valor medicinal, sus más de 100 sustancias activas lograron en los últimos años convertir los muros en puertas y abrir caminos hacia una nueva era en la industria farmacéutica mundial. Así, la Cannabis sativa o marihuana, que ha acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, cruzó la barrera de la clandestinidad, y desde 2020, a partir de la reglamentación de la ley 27.350, vio la luz de la legalidad en la Argentina y su uso medicinal es cada vez más masivo.

El aceite de cannabidiolol (CBD), uno de los derivados de la marihuana, fue propuesto inicialmente para tratamiento del dolor en estadios terminales de cuidados paliativos o como última opción terapéutica en enfermedades de difícil manejo. En la actualidad, se plantea como la solución a uno de los problemas de salud más comunes: el insomnio.

Las dificultades para descansar constituyen uno de los trastornos psíquicos más frecuentes en todo el mundo. En la Argentina, 6 de cada 10 habitantes han reportado algún problema a la hora de dormir. En los Estados Unidos se estima que el 50 % de la población padece o ha padecido este problema.

 

El aceite de cannabidiol se plantea en la actualidad como solución a uno de los problemas de salud más comunes: el insomnio.

 

El experto certificado por la Asociación Argentina de Medicina del Sueño y director del Instituto Panamericano de Sueño y Cronobiología, Joaquín Diez, explicó: “El 60 % de la población reporta problemas al momento de dormir, y hasta un 15 % presenta un cuadro severo de insomnio. En este escenario tan amplio, las conductas frente a esta dificultad son sumamente variadas. Algunas personas recurren a la automedicación con psicofármacos o a la utilización de compuestos más naturales. Entre estos últimos, el cannabis ocupa cada vez más lugar, no solo como planta entera sino también como compuestos a base de aceites”.

 

Las dificultades para descansar constituyen uno de los trastornos psíquicos más frecuentes en todo el mundo. En la Argentina, 6 de cada 10 habitantes reportaron algún problema a la hora de dormir. En los E.E.U.U. se estima que el 50 % de la población padece o ha padecido este problema.

 

Diez, quien también es doctor en Medicina y conforma el Grupo de Investigación de Sueño de la Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA), agregó con respecto al insomnio: “Sus consecuencias no se limitan solo a dormir mal, sino que también aumentan el riego para enfermedades cardiovasculares, depresión y trastornos de atención. Por otro lado, los ansiolíticos habituales pueden generar somnolencia diurna y, en consecuencia, empeorar la dificultad de concentración con el riesgo potencial del eventual acostumbramiento y dependencia de estas sustancias”.  

El profesional manifestó además que “estos efectos, junto a una tendencia creciente hacia lo natural y sumado a la legislación actual, hacen que tanto médicos como pacientes comiencen a perderle el miedo a los derivados de la marihuana”. Para tratamientos, los derivados canabinoides pueden administrarse de distintas maneras; la más común es el aceite de CBD, pero también pueden encontrarse como vapores en aerosol, cremas e incluso chicles. 

 

ME DICEN “LA CLANDESTINA” PERO AHORA LLEVO PAPEL

Las propiedades medicinales de la Cannabis sativa son conocidas desde la antigüedad. En China se la utilizaba con fines terapéuticos para apaciguar síntomas menstruales, gota e incluso malaria. Durante la Edad Media fue utilizada para el dolor, la epilepsia y las náuseas. En los EE.UU. fue prescripta como analgésico hasta 1930, cuando empezaron las restricciones y, finalmente, fue prohibida en 1961 por ser considerada una sustancia ilegal sin valor medicinal.

En la Argentina, en 1926 se penó la “posesión o tenencia ilegítima” de “narcóticos” y “alcaloides”, entre los que se encontraban la marihuana, la cocaína y el opio. Para mediados del siglo XX, Estados Unidos logró imponer la prohibición del cannabis y otros psicoactivos de origen vegetal a nivel internacional. En 1974, en nuestro país se haría efectiva la ley 20.771, impulsada por José López Rega, que penalizó por primera vez el cultivo de cannabis y la guarda de semillas. La tenencia, incluso aunque fuera para consumo personal, se penó con condenas de uno a seis años de prisión.

Juan Pablo Oszurkiewicz, psiquiatra especializado en adicciones y director del Centro de Estudio para el Tratamiento de Adicciones (CETRAP), detalló: “La planta de marihuana tiene más de 100 sustancias activas. Las que se encuentran en mayor proporción son el tetrahidrocanabinol (THC), cuyas propiedades psicoactivas se asociarían a desarrollo de síntomas psiquiátricos y conductas adictivas; y el cannabidiol (CBD), el segundo componente más abundante que carece de estas características y, por lo tanto, de generar problemas mentales a futuro. El CBD tiene propiedades sedativas que lo postulan como un hipnótico alternativo a los usuales hasta ahora”.

En este sentido, el especialista Joaquín Diez advirtió que “si bien subjetivamente muchas personas que consumen canabinoides para el insomnio manifiestan una mejoría respecto al problema del sueño, hay que ser cautos respecto a la recomendación, pues hay una amplia variabilidad de efectos según el compuesto que se usa y la composición (dosis proporción de THC, CBD, CBN, etc.)”. Para el experto en Medicina del sueño, “esto hace difícil brindar recomendaciones genéricas en un universo de pacientes que no consultan al médico, sino que lo hacen fuera del sistema de salud”.

“En los países donde la producción de derivados canabinoides está prohibido, el proceso de fabricación del aceite está menos estandarizado, es más casero y artesanal y, por ende, la efectividad del producto es menor. Es decir que la legislación ayuda a producir una sustancia más efectiva, homogénea y predecible”, subrayó por su parte, Oszrukiewicz.

 

El cannabidiol estaba relegado a los padecimientos de mal pronóstico o enfermedades complejas como última esperanza. Su uso para otras patologías más comunes y frecuentes, como el insomnio, estaba desprestigiado e incluso no recomendado.

 

Hasta el momento, el CBD estaba relegado a los padecimientos de mal pronóstico o enfermedades complejas como última esperanza. Su uso para otras patologías más comunes y frecuentes, como el insomnio, estaba desprestigiado e incluso no recomendado. Esto se debía en parte a la falta de legislación que regulara la prescripción y la preparación de estos derivados.

Estudios realizados en la Universidad de California explican que el éxito terapéutico del uso de aceite de CBD está estrechamente relacionado con el marco legal en el que se produce. Por el momento, los expertos son cautelosos en relación a los beneficios del aceite de CBD, pero la mayoría concluye que el efecto no puede ser evaluado fehacientemente, dado la heterogeneidad que existe en el producto, ya que la mayoría es de origen artesanal con dudoso cumplimiento de normas de calidad en su elaboración.

 

Parecería ser que, luego de siglos relegada a la oscuridad, finalmente la cannabis sativa hace su entrada triunfal en el mundo de la farmacología de la mano de la legalidad y promete mucho más de lo que se pensaba.

 

En estas latitudes, según informó Joaquín Diez, el Instituto Panamericano de Sueño y Cronobiología, que él dirige, ya está trabajando en generar datos locales que puedan aportar un conocimiento del estado de situación y así brindar más herramientas tanto a pacientes como a profesionales de la salud. Parecería ser que, luego de siglos relegada a la oscuridad, finalmente la cannabis sativa hace su entrada triunfal en el mundo de la farmacología de la mano de la legalidad y promete mucho más de lo que se pensaba.

 

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María Agustina Varela es médica especialista en Psiquiatría y Medicina Legal, forma parte del Servicio de Psiquiatría del Hospital Alemán, en la ciudad de Buenos Aires, se formó como periodista especializada en salud en la Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM), Asociación Médica Argentina (AMA).

 

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