Desde que comenzó la pandemia aumentaron las consultas médicas por caída de cabello, que en algunos casos es profusa y causa gran preocupación en los pacientes. Se produce por una alteración en el ciclo folicular del pelo y ocurre entre 4 y 12 semanas después del evento desencadenante. Diversos investigadores lo relacionan con el estrés psíquico producido por el confinamiento y con efectos directos del coronavirus.
A pocos meses de iniciada la pandemia de SARS-CoV-2 comenzaron a multiplicarse en las revistas científicas los reportes de pérdida de cabello, incluso en aquellos que no habían padecido la enfermedad. Las limitaciones que impuso la cuarentena dificultaron la consulta presencial. En su lugar comenzaron a llegar los mensajes de audio desesperados enumerando cuántos pelos caían por día, acompañados por fotos que documentaban los mechones perdidos. De repente las selfies del cuero cabelludo eran la nueva modalidad.
En pandemia comenzaron a llegar mensajes de audio desesperados enumerando cuántos pelos caían por día, acompañados por fotos que documentaban los mechones perdidos. De repente las selfies del cuero cabelludo eran la nueva modalidad.
A diferencia de los animales que sufren una muda de pelo estacional que les permite desprender lo que ya no necesitan, los seres humanos tienen una pérdida y renovación constantes que no deberían resultar evidentes. El ciclo del pelo consta de tres fases: anágena o de crecimiento, catágena o de transición, y telógena o de reposo. No todos los cabellos se encuentran simultáneamente en el mismo estadío, sin embargo alrededor del 85 % está en anágeno. La duración de esta fase es de 2 a 5 años y es la que determina la longitud que puede alcanzar el pelo.
El efluvio telógeno (TE) se caracteriza por la pérdida difusa del cabello en los meses siguientes a un factor inductor que causa la transición folicular prematura de la fase anágena a la telógena. La fase telógena dura aproximadamente tres meses, tras lo cual sobreviene una caída excesiva. Algunos autores describen que la pérdida es notable cuando alcanza el 40 % de la cabellera. Es más frecuente en mujeres y es el tipo de alopecia que se puede presentar después del parto.
Se postuló que la tríada estrés, falta de sueño e incremento en la frecuencia del lavado del cabello que se hacía para evitar la transmisión del coronavirus, podrían actuar como desencadenantes del efluvio telógeno.
Entre los factores desencadenantes del ET se encuentra el estrés emocional, medicaciones, procedimientos quirúrgicos, enfermedades endocrinas, deficiencias nutricionales y estados febriles. Un estudio observacional llevado a cabo en Turquía para evaluar los efectos de la pandemia en enfermedades del pelo, en personas confinadas en sus hogares a través de una encuesta, encontró que casi el 28 % de los 563 participantes sufría ET.
Investigadores del departamento de Psicobiología y de Dermatología de la Universidad de San Pablo, Brasil llamaron la atención sobre el incremento del estrés psíquico y de las alteraciones del sueño causados por la ansiedad derivada del miedo a enfermar, pérdidas familiares e incertidumbre laboral. Postularon que la tríada estrés, falta de sueño e incremento en la frecuencia del lavado del cabello que se hacía para evitar la transmisión del coronavirus, podrían actuar como desencadenantes del ET.
También son numerosas las publicaciones sobre los efectos del coronavirus en pacientes que lo padecieron. En Wuhan, China, se estudiaron las secuelas del COVID-19 en 538 sobrevivientes. Casi el 50 % presentaba síntomas generales como fatiga, falta de fuerza o dolores musculares. Los problemas respiratorios ocuparon el segundo lugar con el 39 % de los casos y la alopecia el tercero con casi el 29 %.
En un artículo del Journal of the American Academy of Dermatology expertos internacionales investigaron la presencia de efluvio telógeno y su vinculación con los síntomas que refirieron enfermos de Covid-19; encontraron que más del 60 % presentó efluvio telógeno.
En un artículo del Journal of the American Academy of Dermatology expertos internacionales investigaron la presencia de ET y su vinculación con los síntomas que refirieron enfermos de Covid-19, encontraron que más del 60 % presentó ET. La intensidad de la caída de cabello y su inicio más o menos precoz estuvo en relación directa con la gravedad de la enfermedad. Postulan que la alopecia más temprana está vinculada a un daño directo del virus y a la tormenta de citoquinas, mediadores químicos proinflamatorios que ocasionan microtrombos en el folículo piloso. Un síntoma llamativo fue la tricodinia o sensación dolorosa de la raíz del pelo y estuvo presente en pacientes que tuvieron alteraciones o pérdida del gusto, olfato y dolores de cabeza.
La intensidad de la caída de cabello y su inicio más o menos precoz estuvo en relación directa con la gravedad de la enfermedad. Se postula que la alopecia más temprana está vinculada a un daño directo del virus y a la tormenta de citoquinas, mediadores químicos proinflamatorios que ocasionan microtrombos en el folículo piloso.
La tricodinia no es específica de las alopecias sino que también se presenta en cuadros como la depresión y la ansiedad. Se detectaron niveles elevados de un neurotransmisor denominado sustancia P que está relacionado con el estrés y representa un factor clave en la neuroinflamación. Se plantea la cuestión de si la tricodinia puede ser una consecuencia de un neuropatología similar a la que conduce a la ageusia y la anosmia inducidas por el SARS-CoV-2.
DOCTOR: ¿PREPARO LA PELUCA?
Al revisar la historia se encuentra que la caída de pelo ya se describió entre los síntomas de la gripe española de 1918. En 1919, el médico H. Hazen informó en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense de 50 personas con alopecia después de la gripe. Para el 90 % de estas personas, se consideró que el desencadenante era una temperatura superior 39,2 grados. La alopecia comenzó aproximadamente 9 semanas después de que comenzara la fiebre. Todos los pacientes experimentaron un rápido crecimiento del cabello. Durante más de 100 años, este estudio es de referencia frecuente sobre el límite febril más probablemente asociado con el ET en adultos.
En la revista Dermatologic Theraphy, los doctores Nicolò Rivetti y Stefania Barruscotti, médicos italianos, destacan que la cuarentena resulta una experiencia fuerte para las personas y puede contribuir a un empeoramiento de las reacciones psicológicas. Señalan la presencia de un eje cerebro-folículo piloso que, ante un evento estresante responde con la liberación de neuropéptidos, neurotransmisores y hormonas específicas que promueven la transición de los pelos anágenos a la fase telógena. Ellos utilizaron la teledermatología para atender a sus pacientes con pérdida de pelo y les solicitaron que calificaran del 1 al 10 su nivel de estrés. Obtuvieron una puntuación promedio de 8,2. Sin embargo, lograron tranquilizar a todos sobre su preocupación de quedar calvos. Los autores destacan la videoconsulta como una alternativa que permite el seguimiento de la alopecia y el manejo del estado de ansiedad.
¡A no desesperar! En la mayoría de los casos, la caída de pelo causada por el efluvio telógeno se autolimita en 6 meses y el cabello se recupera sin secuelas aproximadamente en 18 meses.
En la mayoría de los casos, la caída de pelo causada por el ET se autolimita en 6 meses y el cabello se recupera sin secuelas aproximadamente en 18 meses. En la Argentina las consultas sobre la caída de cabello se mantienen, a pesar de que no hay reportes estadísticos sobre prevalencia. El tiempo aparece como la única determinante para sanar lo que hemos perdido.
Carolina Aguilar es médica por la Universidad de Buenos Aires, especialista en Dermatología y Nutrición. Ex médica de planta del servicio de Dermatología del Hospital Israelita, comunicadora en medicina y salud por la Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM), Asociación Médica Argentina (AMA).
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