El 24 de mayo se conmemora el Día ‘Por los derechos de las personas con epilepsia’, que fue establecido en 2006 para visibilizar esta enfermedad, mejorar la información hacia la sociedad, integrar a las personas con epilepsia en la vida social y laboral, y ayudar a ellas y a sus familiares para acceder a un tratamiento apropiado con el fin de alcanzar una buena calidad de vida.
La epilepsia es una enfermedad neurológica crónica, que puede ser de origen genético, y afecta el balance entre la neurotransmisión excitatoria e inhibitoria, o secundaria a diferentes daños sobre el sistema nervioso central (SNC), como el trauma, la hipoxia, las neoplasias, las infecciones, la inflamación, entre otros.
En la Argentina se registran unos 230.000 casos. Se estima que el 70 % de las personas con epilepsia podrían vivir sin convulsiones si fueran diagnosticadas y tratadas adecuadamente.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en todo el mundo unos 50 millones de personas padecen epilepsia, lo que la convierte en uno de los trastornos neurológicos más comunes. Cerca del 80 % de los pacientes viven en países de ingresos bajos y medianos. Se estima que el 70 % de las personas con epilepsia podrían vivir sin convulsiones si se diagnosticaran y trataran adecuadamente. En la Argentina, se registran unos 230.000 casos.
La epilepsia es conocida también como la más común de las enfermedades neurológicas graves, y es necesario distinguir entre una crisis convulsiva aislada y la patología cerebral crónica que se caracteriza por convulsiones recurrentes a consecuencia de una descarga eléctrica excesiva de las neuronas.
El miedo, los malentendidos, la discriminación y el estigma social han rodeado a la epilepsia por cientos de años. Este estigma sigue hoy presente en muchos países y puede repercutir en la calidad de vida de las personas.
Una convulsión no significa necesariamente que alguien padezca epilepsia; de hecho, se estima que hasta el 10 % de las personas de todo el mundo tiene una convulsión a lo largo de su vida. La epilepsia se define por dos o más convulsiones no provocadas. Es una enfermedad reconocida desde la antigüedad: se cuenta con registros escritos que se remontan al 4000 a. C. El miedo, los malentendidos, la discriminación y el estigma social han rodeado a la epilepsia por cientos de años. Este estigma sigue hoy presente en muchos países y puede repercutir en la calidad de vida de las personas que tienen la enfermedad y sus familias, como advierte la OMS.
La epilepsia afecta a personas de todas las edades. Se presenta en diferentes maneras. El rango de severidad es muy variable, desde movimientos bruscos involuntarios de todo el cuerpo o en forma focal o parcial, y su forma más grave es el llamado status epilepticus, caracterizado por crisis continuas de larga duración y alta morbimortalidad; o bien, en forma de episodios de ausencia de pocos segundos de duración, que es una modalidad muy común en la infancia y de pronóstico favorable.
Claramente podemos dividir a la epilepsia en aquellos pacientes que logran un adecuado control de las crisis convulsivas con la terapia farmacológica, mediante la administración de una o dos medicaciones, objetivo que se logra hasta en el 70 % de los casos; y aquellos otros donde incluso las terapias combinadas con más de dos medicaciones fracasan y desarrollan las denominadas epilepsias farmacorresistentes.
Son, entonces, cuadros de muy difícil control. Además, los pacientes que no responden a los tratamientos convencionales sufren graves deterioros neuronales a causa de las crisis convulsivas recurrentes. En los casos más graves, la calidad de vida puede verse tan afectada, que los pacientes desarrollan graves cuadros de depresión o ansiedad y/o deterioro cognitivo.
Los pacientes que no responden a los tratamientos convencionales sufren graves deterioros neuronales a causa de las crisis convulsivas recurrentes. Tienen, también, un muy alto riesgo de desarrollar SUDEP, o muerte súbita e inesperada en epilepsia.
Estos pacientes tienen, también, un muy alto riesgo de desarrollar un cuadro conocido por sus siglas en inglés como SUDEP, o muerte súbita e inesperada en epilepsia, y se refiere a la muerte de personas con epilepsia que no es causada por ninguna lesión o ahogamiento. Aún no se conocen sus causas biológicas concretas, ni biomarcadores que pronostiquen su desenlace. Sí se sabe que los pacientes con epilepsias refractarias tienen un muy elevado riesgo de sufrir SUDEP en comparación con los pacientes epilépticos respondedores.
INVESTIGACIONES EN FACULTAD DE FARMACIA Y BIOQUÍMICA
Nuestras líneas de investigación están dirigidas a identificar los mecanismos responsables de la farmacorresistencia y su vínculo con la epileptogénesis y los fallos cardíacos en SUDEP. Nuestro grupo ha sido pionero internacionalmente en mostrar el papel que desempeña la glicoproteína P (P-gp), codificada por el gen ABCB1 (MDR-1), como responsable de la farmacorresistencia en epilepsia, su rol en cambios farmacocinéticos de las drogas anticonvulsivantes, en la despolarización neuronal (epileptogénesis) y en su rol despolarizaste en cardiomiocitos (que desempeña un papel en el desarrollo de bradicardia maligna asociada a SUDEP).
Nuestro grupo ha sido pionero internacionalmente en mostrar el papel que desempeña la glicoproteína P como responsable de la farmacorresistencia en epilepsia.
En otra línea de investigación hallamos que, entre los numerosos compuestos de la marihuana, el cannabidiol (CBD) mostró poseer los mayores efectos anticonvulsivos en diferentes modelos experimentales en comparación con otros cannabinoides y ninguna acción psicotrópica, propiedades que lo señalan como un excelente candidato para la terapéutica de las epilepsias farmacorresistentes. Nuestro grupo ha podido demostrar que el CBD es un inhibidor de la función exportadora de la P-gp, lo cual explica su rol efectivo en el tratamiento de farmacorresistencia en epilepsia, mediada por esta glicoproteína. Sin embargo, hemos señalado la importancia de generar un control de fármaco-vigilancia sobre el uso de CBD, debido a sus efectos deletéreos sobre diferentes tipos de células sanguíneas como los leucocitos PMNs y los eritrocitos.
En otra línea de investigación hallamos que, entre los numerosos compuestos de la marihuana, el cannabidiol (CBD) mostró poseer los mayores efectos anticonvulsivos en diferentes modelos experimentales.
Por otra parte, ha surgido la clara descripción de un nuevo sistema de muerte celular programada, denominada ferroptosis. Este mecanismo se basa en la sobreestimulación de la producción de radicales libres, dependiente de Fe, y la limitación o inhibición del principal sistema antioxidante mediado por el sistema glutatión peroxidasa 4, y alto nivel de lipoperoxidación, con daño irreversible en la mayorías de las membranas celulares.
Este mecanismo ha comenzado a tener gran repercusión en sus consecuencias neurodegenerativas, no solo en epilepsia sino en otras patologías del SNC. En este sentido, nuestro grupo ha podido mostrar que el estatus epilepticus genera ferroptosis a nivel cerebral y, en los modelos experimentales de SUDEP, también a nivel cardíaco.
Es más, recientemente se han descripto dos condiciones: “el corazón epiléptico” y la cardiomiopatía por sobrecarga de hierro (iron overload cardiomyopathy, IOC, que resulta en la principal causa de muerte en talasémicos severos, hemocromatosis, individuos politransfundidos) y que clínicamente coinciden en muchos aspectos de los fallos funcionales del miocardio.
En este contexto, nuestro grupo ha puesto de manifiesto que la ferroptosis es un mecanismo común, simultáneo de alto riesgo de morbimortalidad en la epilepsia pero es medible y evitable. Este último dato se agrega como un nuevo factor a la ya conocida y bien descripta relación directa entre el cerebro y el corazón en epilepsia, y el riesgo de SUDEP.
En colaboración con investigadores de México, estamos desarrollando métodos de visualización en tiempo real de la acumulación de hierro por ferroptosis en el SNC y a nivel cardíaco, en modelos de epilepsia refractarias. Sobre la base de estas mediciones, el uso de fármacos antioxidantes y quelantes de hierro pueden reducir significativamente los riesgos de SUDEP.
Investigadores formados
Prof. Dr. Alberto Lazarowski (Instituto de Fisiopatología y Bioquímica Clínica, INFIBIOC-Facultad de Farmacia y Bioquímica-UBA).
Dr. Jerónimo Auzmendi (INFIBIOC-CONICET)
Tesistas
Claudia Taborda (Bioq. Esp.)
Natalia Borda (Bioq. Esp.)
Franco Moscowicz (Méd.)
Florencia Fernández (Farm.)
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