La educación científica a distancia en el nivel superior debe romper la lógica del reservorio para comenzar a pensar en actividades potentes. Es decir, ofrecer actividades que comprometan al estudiante con el hacer y el hacer con otro. Es imprescindible proponer alternativas para el trabajo de los docentes durante la emergencia sanitaria y el distanciamiento social. Pero, además, dejar sentadas las bases para una profunda revisión sobre la educación científica mediada por tecnología, que excede los límites de esta pandemia.

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No todos aprendemos de la misma manera y eso supone el reto más desafiante para los docentes en el aula. La enseñanza requiere que provoquemos a nuestros estudiantes para que realicen diferentes actividades en diferentes entornos, virtuales y presenciales. El docente ha de promover la participación de los estudiantes, analizar sus intervenciones, ponerse en su lugar, favorecer sus procesos cognitivos, responder a sus inquietudes, estimular la reflexión y los procesos metacognitivos. Las siguientes dimensiones intentarán configurar el rol docente en las propuestas pedagógicas virtuales. Estas dimensiones se entrelazan y dicho entrecruzamiento otorga sentido a la propuesta didáctica. No pretendemos confeccionar una tipología del docente en la virtualidad sino proponer una mirada distinta.

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