El mundo entero afronta nuevos desafíos ante la aparición del SARS-Cov-2. Rutinas, costumbres, se han visto modificadas. ¿Qué sucede en cuanto a los narcotraficantes, dealers y consumidores? Un especialista de la Facultad de Farmacia y Bioquímica opina acerca de estos temas y de la automedicación. Compartimos esta nota el 26 de junio, fecha elegida por la Asamblea General de Naciones Unidas para celebrar el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas.
El aislamiento social, preventivo y obligatorio a causa de la pandemia provocada por el coronavirus causante de la COVID-19, y la incertidumbre que afecta al planeta entero modificó las rutinas por completo, incluyendo a productores, narcotraficantes, dealers y consumidores.
Las medidas implementadas interrumpieron rutas de tráfico internacional de drogas por aire, además de reducir, en forma drástica, el transporte por tierra más controlado por la pandemia, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
El último informe de las Naciones Unidas estima que en el mundo existen más de 300 millones de consumidores de drogas, lo que representa cerca de un 6% de la población mundial adulta. Los consumidores problemáticos superan las 35 millones de personas.
Las sustancias ilícitas más consumidas son el Cannabis, con más de 185 millones de consumidores y los estimulantes del tipo anfetamínico, con más de 30 millones de usuarios, lo que representa un 3,8% y un 0,7%, respectivamente, de la población adulta entre 16 y 65 años. Con respecto a los opiáceos/opioides, se estima un consumo de más de 35 millones de personas, de las cuales cerca de la mitad utilizan heroína, una de las sustancias más peligrosas del mundo.
Eduardo Barreiro, docente de la Cátedra de Legislación Farmacéutica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica indica que: “En nuestro país, la prevalencia porcentual de vida del consumo de sustancias psicoactivas (12/65 años), según una encuesta del SEDRONAR (2017) establece que las sustancias lícitas van a la cabeza con el alcohol 81%, tabaco 51.3%, entre las primeras; en tanto entre las ilícitas, la marihuana nos lleva a un 17.4%, la cocaína 5.3%, el hachís 1.6%, y el éxtasis 1.3%, entre otras.
¿Cuál es la situación actual en la Argentina? Barreiro indica que “en concordancia con México, Estados Unidos y tantos otros países, cayó el ritmo del narcotráfico, debido al aumento en el control de sus rutas en general. En lo que va del año se han realizado muchos procedimientos, en especial, marihuana tanto plantaciones como circulando desde el norte vía terrestre, o por el Paraná en menor caudal, distribuyéndose hacia nuestro territorio. Respecto al tráfico de cocaína, pasta base, pastillas y otras a nivel nacional e internacional si bien no desapareció se vio disminuido considerablemente. En el narcomenudeo los que tienen stock siguen operando (expuestos a allanamientos o robos), los procedimientos policiales y el consumo continúan, obviamente con las dificultades del caso”.
Barreiro destaca que “dentro de este panorama no podemos dejar de marcar algo importante que deteriora el mundo actual y del que la Argentina no está exenta: la automedicación”. El especialista agrega que “debemos entender que los medicamentos no son un bien de consumo, se toman o no según la necesidad terapéutica y la prescripción médica pertinente, y no debido a la sugerencia publicitaria o de un vecino o amigo.
En estos momentos de zozobra pandémica, Barreiro no deja de destacar la tan mencionada hidroxicloroquina, una droga antimalárica, que fue “recomendada” obscenamente hasta por algunos jefes de Estado sin ningún criterio científico serio. Sin embargo, “muchas personas fueron a buscar este medicamento a las farmacias, por propia cuenta, desconociendo sus cualidades y toxicidad”.
Aun así, relata Barreiro que “muchos países siguen haciendo investigaciones con varias sustancias incluso la hidroxicloroquina, a los efectos de ampliar la escasa información seria sobre sus estudios clínicos y así saber si puede funcionar concretamente para la prevención y/o tratamiento de la COVID-19”.
En cuanto a las investigaciones que se vienen realizando, Barreiro destaca que “algunos expertos y profesionales de nuestra Facultad, más idóneos para tratar exclusivamente este tema, pronto se dieron cuenta de que cierta información poseía interesante y promisorio sustento científico-clínico, al mismo tiempo que, lamentablemente, otras tantas más eran contradictorias o sin respaldo”.
Barreiro concluye que “en definitiva, drogas, narcotráfico, medicamentos, automedicación y pandemia, lamentablemente siguen entre nosotros. Tenemos profesionales brillantes y podremos superar algunas cuestiones, mientras que otras quedarán para ser resueltas en el futuro por los más jóvenes, nuestra esperanza. Pero, también, se precisan políticas de estado serias, concertadas, coordinadas, perdurables, que comprendan las funciones y responsabilidades de un mundo globalizado. He aquí la solución. No hacer nada no es una opción aceptable”.
Subsecretaria de Comunicación, Rectorado de la Universidad de Buenos Aires
Eduardo Daniel Barreiro es técnico superior operativo, especialista nacional avanzado contra el narcotráfico (SEDRONAR), docente de la cátedra de Legislación Farmacéutica, Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA.
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