Las mujeres, para acceder a los estudios superiores, incluidas las ciencias de la salud, han debido sortear ingentes estorbos, como muestran los estudios historiográficos que abundan en el mundo anglosajón. Ahora bien… ¿qué ocurría en el continente americano? En esta nota y en la cronología adjunta damos cuenta de las primeras egresadas de médicas en cada país de los Estados-nación surgentes de los procesos independentistas del siglo XIX, desde México hasta el sur del sur, la Argentina y Chile; pero también en las Antillas mayores.
Elizabeth, it is of no use trying. Thee cannot gain admission to these schools. Thee must go to Paris and don masculine attire to gain the necessary knowledge.
Dr. Joseph Warrington
“Elizabeth, no sirve de nada intentarlo. No te admitirán en estas escuelas (se refería a la de Philadelphia). Deberás ir a París y usar atuendo masculino para obtener el conocimiento necesario”. (Trad. libre)
Si bien es cierto que el título de este artículo promete abordar la cuestión “desde el Río Bravo hacia abajo y también hacia la derecha del mapa”, para brindar contexto haremos primero una breve referencia a la situación del centro y norte de América del Norte.
Elizabeth Blackwell nació en Gran Bretaña y vivió desde niña en los Estados Unidos, decidió ser médica porque de adolescente se lo había prometido a una amiga moribunda. Pero, 29 escuelas de Medicina de los Estados Unidos se negaron a admitirla. Se trasladó entonces a Philadelphia donde logró que la prohijara un reconocido médico de la época, el doctor Joseph Warrington, cuyo consejo adelantamos en la cita de arriba. De modo paternal Warrington le advirtió algo semejante a: “No te gastes, querida. La cosa no va por ahí…”, dicho en habla coloquial. E, irónicamente le sugirió que fuese a París, donde vestida de varón, podría lograr su objetivo. Claramente, Warrington conocía las tribulaciones del cirujano militar del Ejército Británico, James Barry (1795 – 1865), quien en realidad era Margaret Ann Bulkley, recibida de ´médico´ en Francia. Solo se supo que era mujer cuando preparaban su cadáver para la pompa fúnebre. Y, también, habrá sabido de otras mujeres en la historia que debieron asumir identidad masculina para estudiar y ejercer la profesión.
Más aún, es altamente probable que Warrington, siendo un hombre informado y sensible, como lo era, haya conocido la cruel historia de Enrique Faver/Faber/Favez, la primera médica en territorios de las colonias españolas en América, que con identidad y atuendos masculinos ejerció la profesión en Cuba, entre 1820 y 1823, cuando fue encarcelada, vilipendiada, condenada y luego expatriada a New Orleans. El caso tuvo gran repercusión mediática en los territorios dominados por el imperio español; y también en la nueva nación hacía poco independizada del coloniaje británico: los Estados Unidos de América del Norte.
A propósito, las peripecias de Enrique/Enriqueta han dado lugar a una semblanza en FFyB En Foco; donde a partir del análisis de los interrogatorios a las que fue sometida, mostramos que nunca estuvo en discusión su pericia médica, sino el ´delito ultrajante´ de haberse vestido con ropa de varón*.
Pero, volviendo a Elizabeth, su mentor Warrington, con muy buen tino, le recomendó postularse en el Geneva Medical College de Nueva York. Las autoridades de esa institución no estaban dispuestas a aceptarla, pero tampoco querían enemistarse con el afamado ´Dr. Warrington´. Entonces, la admitieron. Egresó en 1849 con el título de Doctor of Medicine. De todos modos, luego la cofradía médica lugareña se encargó muy bien de dificultarle el ejercicio de la profesión, tanto que Elizabeth debió regresar a Inglaterra, donde había nacido. Allí pudo ejercer.
Así también, a la canadiense Emily Howard Jennings Stowe le había sido denegado el acceso a la Medical School of Toronto, por lo que debió estudiar en los Estados Unidos, en el New York Medical College for Women, de donde egresó en 1867 como Medical doctor.
AHORA SÍ: DESDE EL RÍO BRAVO, HACIA ABAJO Y AL COSTADO
La línea de investigación que aquí se divulga tiene como interés dar cuenta del acceso de las mujeres a carreras universitarias superiores, en este caso Medicina, en los territorios que habían estado bajo el dominio de las coronas española y portuguesa y de Francia. Para la época que damos cuenta —desde fines del siglo XIX—, estos territorios ya estaban independizados y se habían constituido en nuevos Estados-nación. Y ya que hablamos de independencias… el primer país fue Haití, que el 1 de enero de 1804 se declaró independiente de Francia; el último en independizarse, en este caso de España, fue Cuba, el 20 de mayo de 1902.
La razón de nuestro interés es muy simple, mientras que los estudios de mujeres, historia de mujeres y estudios de género tienen larga trayectoria en países anglosajones, tanto en Europa como en América del Norte, no se ha registrado la misma atención en América latina y el Caribe. Entonces, debimos compilar, revisar y completar los estudios disponibles para ofrecer este panorama. Se recomienda su lectura siempre con la mirada puesta en la cronología que complementa esta nota y que se adjunta debajo.
PARA MUESTRA… SE REQUIEREN MUCHOS BOTONES
Mencionaremos a las primeras médicas de cada país en breve referencia y solo nos detendremos en aquellas que por circunstancias especiales merecerán semblanzas en este seriado de FFyB En Foco.
La primera médica que registramos por aquí, fue Any Galviz Hotz, que había nacido en Suiza, per emigró de niña con su familia a Colombia. Y cuando llegó la hora de estudiar, se trasladó a la Universidad de Berna donde se doctoró en Medicina en 1881.
La segunda médica, pero egresada de una universidad americana, fue la brasileña Maria Augusta Generoso Estrela, quien estudió en el New York Medical College and Hospital for Women. Hija de un acaudalado empresario que, cuando quedó en la ruina, no pudo seguir pagándole los estudios. Así que Augusta escribió una carta al Emperador del Brasil Don Pedro II. ¿Las razones por las que el Emperador la conocía? Es que Maria Augusta, a los13 años había protagonizado un acto heroico, ampliamente difundido por la prensa. Obviamente, el Emperador le concedió la beca. Esta fascinante historia también será relatada detalladamente en una semblanza. Finalizó los estudios en 1879, a los 19 años, pero al no tener la edad exigida por los estatutos de la institución, debió aguardar hasta su mayoría de edad en 1881 para que se le otorgase el título.
Más tarde, en Chile, en 1886, egresó como licenciada en Medicina, y en 1887 como profesora en Medicina y Cirugía, Eloísa Díaz Insunza. Más allá de sus merecimientos, que son muchos, cuando dediquemos una semblanza a Eloísa, resaltaremos también la figura de un hombre que allanó su camino. Se trata de Miguel Luis Amunátegui Aldunate, un historiador y político liberal, ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública de Chile, quien en 1887 estableció que las mujeres “deben ser admitidas a rendir exámenes para obtener títulos profesionales, con tal que se sometan para ello, a las mismas disposiciones a que están sujetos los hombres”.
Matilde Petra Montoya Lafragua, una mexicana de muy bajos recursos económicos había decidido ser médica, a como fuese. Cuando su camino se vio tronchado, porque los reglamentos decían “alumnos” y no “alumnas”, le escribió una carta al presidente de México, Porfirio Díaz para que le sean tomados los correspondientes exámenes. Después, durante la cursada debió soportar maltratos reiterados, incluso en la prensa de la época. Con lujo de detalles recontaremos estos hechos históricos en una nota especial de FFyB En Foco. Corolario: contra viento y marea, Matilde se recibió el 24 de agosto de 1887.
También en 1887, nuevamente en Brasil egresó una médica, pero esta vez de una universidad brasileña: Rita Lobato Velho Lopez. Como su hermano era estudiante de la carrera de Farmacia de la Universidad de Río de Janeiro, se creyó protegida, y se inscribió allí; pero no fue así: el hostigamiento permanente de compañeros y profesores hizo que abandonara. Entonces, se matriculó y logró recibirse en la Universidad de la Ciudad de Bahía, que incluso tenía mayor prestigio académico que la anterior.
Ahora vamos a una de las islas de las Antillas mayores: Cuba. Laura Martínez de Carvajal ingresó a los estudios superiores en la Universidad de La Habana a los 14 años. En 1888, a los 18, se había graduado como licenciada en Ciencias Fisicomatemáticas, y un año después, a los 19, como licenciada en Medicina y Cirugía.
En la República Argentina, en la Universidad de Buenos Aires, el 2 de julio de 1889 se graduó la primera médica, Cecilia Grierson. Ante la férrea negativa de las autoridades, para ser admitida debió invocar el precedente de Élida Passo, la primera farmacéutica universitaria argentina y primera mujer en acceder a la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, pero no llegó a graduarse dada su prematura muerte. Sobre Élida y su lucha hemos publicado una semblanza en este seriado de FFyB En Foco**.
El 23 de diciembre de 1889 también se graduó en la Universidad Mayor San Marcos de Lima, Perú, María Laura Esther Rodríguez Dulantos como bachiller en Medicina, y un año después obtuvo el título de médica cirujana.
El caso de Costa Rica es particular, dado que la primera médica, Jawiga Michalska era polaca, se había graduado en Londres en 1902. Al casarse con un médico costarricense, se instaló en el país pero no le permitieron ejercer hasta 1910. El egreso como médica de una mujer nativa de una universidad de Costa Rica es posterior a 1961, lo que excede la intención de nuestra cronología. En ese año recién comenzó a dictarse la carrera de Medicina en la Universidad de Costa Rica, hasta allí dependían de médicos extranjeros o de costarricenses que pudiesen afrontar la formación en el exterior.
En Uruguay, Paulina Luisi Janicki, nacida en Colón, Entre Ríos, Argentina, pero radicada desde niña en Uruguay se graduó como doctora en Medicina y Cirugía en la Universidad de la República en 1908. De Puerto Rico las primeras graduadas fueron María Elisa Rivera Díaz (con honores) y Ana Janer Palacios, pero ambas egresaron del Womens´s Medical College of Baltimore en 1909.
En otra de las Antillas mayores, República Dominicana, Andrea Evangelina Rodríguez Pedroso egresó en 1911 de la Universidad de Santo Domingo (ya que estamos, la primera universidad de las Américas). Era una mujer paupérrima; pero así y todo logró costearse la carrera, y luego cursó posgrados en Francia con el experto más reconocido de entonces y en los mejores hospitales franceses. Sus desafíos, sus logros y su trágico final serán relatados in extenso en otra semblanza de FFyB En Foco.
En Ecuador, Matilde Hidalgo Navarro de Procel se licenció en Medicina en 1919, y fue doctora en Medicina en 1921. En 1924 se graduaron las dos primeras médicas paraguayas: Gabriela Valenzuela de Franco Torres y Froilana Mereles. Nuevamente, Colombia: Paulina Beregoff-Gillow, una extranjera (rusa de nacimiento) fue la primera doctora en Medicina y Ciencias Naturales por la Universidad de Cartagena en 1925. La historia de Paulina, por su singularidad, merecerá también una semblanza en este seriado.
En 1926, la primera graduada de médica en Bolivia, en la Universidad Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca, fue María Amelia Chopitea Villa. Una nicaragüense, Concepción Palacios Herrera, que había debido abandonar la carrera de Medicina en su país por los hostigamientos que recibía, pudo finalmente graduarse, en 1927, en la Escuela Nacional de Medicina de México.
La primera médica de Panamá, Lidia Gertrudis Sogandares, se graduó en la Universidad de Arkansas, EE.UU. en 1932. Lya Imber de Coronil fue la primera médica recibida en la Universidad Central de Venezuela, en 1936. En Haití, en 1940 se graduó Yvonne Sylvain. Mientras que la primera médica guatemalteca, María Isabel Escobar Quintana, se recibió en 1942. Nuevamente, Colombia, pero esta vez porque se registró la primera nativa colombiana egresada de una universidad colombiana: Inés Ochoa Pérez, quien se graduó en 1945. En 1947 se graduó la primera médica hondureña, Martha Raudales Alvarado de Midence.
Respecto de El Salvador, el primer ingreso de una mujer a la Facultad de Medicina fue muy temprano, en 1886: Concepción Mendoza quien estudió hasta el tercer año de la carrera, pero abandonó para contraer matrimonio y dedicarse al cuidado del hogar. Recién en 1945 se doctoró la primera mujer en la Universidad de El Salvador, Stela Gavidia Castro de Grabowski.
Y, para finalizar, un reconocimiento especial a la médica salvadoreña María Isabel Rodríguez. Fue la tercera mujer en doctorarse en Medicina en ese país, también en la Universidad de El Salvador en 1948, y desarrolló una vastísima trayectoria en organismos internacionales de la salud. María Isabel vive todavía hoy, cumplió 101 años el 5 de noviembre de 2023. En 1967 fue la primera decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de El Salvador y en 1999 se convirtió en la primera rectora de esa universidad, también fue la primera ministra de Salud mujer de ese país. En 2015, se la reconoció como Heroína de la Salud Pública de las Américas, la más alta distinción que otorga la OPS/OMS. Aquí debajo la vemos, en la última foto de que disponemos del 14 de abril de 2021, cuando recibió la primera dosis de la vacuna contra la covid-19.
Todas las mujeres nombradas en esta nota, quien más, quien menos, han debido emprender arduas luchas para lograr sus objetivos. Numerosas de ellas han bregado por los derechos civiles y políticos de las mujeres, fueron líderes feministas e incluso algunas obtuvieron cargos electivos o participaron activamente en la vida política de sus países de origen. La lucha de María Isabel las subsume…
María Isabel Rodríguez
DIARIO ELSALVADOR.COM, 14 DE ABRIL DE 2021 https://historico.elsalvador.com/historico/827398/maria-isabel-rodriguez-hospital-nacional-de-la-mujer-recibe-vacuna-contra-covid19.html
Amalia Beatriz Dellamea. Centro de Divulgación Científica y Equipo de Gestión Editorial de FFyB En Foco, Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires
Notas complementarias:
Enrique Faver, primera médica en los dominios del imperio español en América
Has recorrido un largo camino, muchacha. Élida Passo: una lucha preterida
Un trabajo de zapa: mujeres que abrieron caminos en la Universidad de Buenos Aires
Las primeras farmacéuticas universitarias de la argentina
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