La aparición del SARS-CoV-2, su rápida propagación y mutaciones, han generado un fuerte impacto en el sistema de salud, en la economía, en el avance académico y en los estilos de vida en general. Sin embargo, actualmente invade a mucha gente el miedo a la vacuna de COVID-19 y el desinterés por los refuerzos.
Tras la aparición del brote Covid-19 en Wuhan (China) en el último día de 2019 y su expansión mundial, los esfuerzos médicos y gubernamentales estuvieron focalizados en mitigar la propagación del virus. El desarrollo de vacunas seguras y eficaces en tiempo récord es un claro ejemplo de esto. No obstante, no son las vacunas las que detendrán la pandemia, sino la vacunación.
El miedo compartido en la sociedad gira en torno a la seguridad, la calidad, la efectividad y las reacciones secundarias de la vacuna. Y se agrega la gran cantidad de información contradictoria en redes sociales, así como las noticias que brindan los medios de comunicación.
Existen estrictas precauciones para ayudar a garantizar la seguridad de todas las vacunas contra Covid-19. Antes de recibir la validación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de los organismos reguladores nacionales para su uso en emergencias, es necesario que estas vacunas se sometan a rigurosas pruebas en ensayos clínicos a fin de demostrar que cumplen los criterios de seguridad y eficacia acordados internacionalmente.
Las colaboraciones científicas sin precedentes que se han llevado a cabo han permitido completar la investigación, el desarrollo y las autorizaciones de la vacuna contra la Covid-19 en un tiempo récord, con el objetivo de atender a la necesidad urgente de estas vacunas, manteniendo al mismo tiempo un alto nivel de seguridad.
Distintos laboratorios diseñaron vacunas que tras los ensayos clínicos resultaron eficaces: Pfizer, Moderna, AstraZeneca, entre otras. El plan mundial de vacunación comenzó hacia fines de 2020 y en la Argentina en enero de 2021 con la intención de inmunizar y mitigar la propagación del SARS-COV2. De a poco, la información sobre la necesidad de continuar vacunándose tras las dos dosis iniciales, se fue corriendo de los medios. Varios centros de vacunación se fueron cerrando y las urgencias desplazaron a la planificación. De acuerdo con el Monitor Público de Vacunación de la Nación, en la Argentina completaron el esquema primario de dos dosis cerca de 38 millones de habitantes. En contraste con las 6 millones de personas que recibieron el segundo refuerzo, según datos oficiales del sitio argentina.gob.ar, esto nos muestra cómo fue descendiendo la intención de vacunación.
Datos de fuentes oficiales de cada país recopilados por la publicación del Institute for New Economic Thinking de la Universidad de Oxford, Our World in Data, señala que en Alemania se vacunó el 76 % de la población con esquema completo (dos dosis) y 74 % recibió al menos un refuerzo, mientras que en Estados Unidos los vacunados trepan al 68 % con esquema inicial y solo el 42 % recibió una dosis adicional. Algo similar sucede en España, que logró que el 85,5 % de su población cuente con esquema inicial de dos dosis, pero solo el 55 % cuente con un refuerzo. Las cifras mundiales reflejan el poco interés de la población por seguir vacunándose más allá de los esquemas iniciales.
Con respecto a los países de la región, mientras que en la Argentina el 68 % de la población recibió alguna dosis de refuerzo, en Uruguay y Chile, las cifras ascienden al 83,2 % y 139.3%, respectivamente. En el caso de Chile, la cifra supera al 100% debido a que gran parte de su población fue inoculada con la vacuna Coronavac, cuya efectividad no supero el 67%, por lo cual tuvo que aplicar una dosis adicional a los mayores de 50 años. Con respecto a Brasil, que actualmente decidió regresar a medidas restrictivas, como el uso de mascarillas, en aeropuertos y aeronaves, debido a un rebrote de casos, la pauta completa llega al 80 % de vacunados, en tanto que solo el 55,2 % de los brasileros cuentan con algún refuerzo.
En la Argentina completaron el esquema primario de dos dosis cerca de 38 millones de habitantes, pero solo 6 millones recibieron el segundo refuerzo, esto nos muestra cómo fue descendiendo la intención de vacunación.
Una encuesta realizada por la Kaiser Family Foundation, en Estados Unidos, reveló que alrededor de un tercio de las personas que se pusieron la vacuna, pero no la dosis de refuerzo, dijeron que el motivo fue que “no habían tenido tiempo”. Esa respuesta fue más frecuente entre los adultos hispanos, citada en el 41 % de los casos. Alrededor de otro 25 % por ciento de los encuestados aludió a los efectos secundarios.
¿Cómo influyen las emociones de la población en la vacunación Covid-19?
Es importante comprender las reacciones emocionales ante la vacuna, pues esto tendrá un gran impacto en la resistencia ante el vacunarse o no. Algunas personas expresaron sentir alivio, alegría y esperanza. Mientras otras, por el contrario, expresaron miedo, confusión e incredulidad.
El doctor Oscar Figueroa, ex jefe del Servicio de Psiquiatría de San Isidro, remarcó que “la sobreinformación a veces errónea, llevó a la población a sufrir los efectos de un cansancio emocional y mental”. “Ya estoy vacunado, ya estoy a salvo”, indicó Figueroa que aluden como pensamiento mágico. También coincidió que la necesidad por retomar una “vida normal sumado a la ausencia de temor provocó el escenario ideal para dejar de vacunarse con los refuerzos”.
La 'fatiga pandémica' reduce el miedo a la gravedad de un contagio y la confianza en la vacuna
De acuerdo con la OMS, la fatiga pandémica hace referencia a la reacción en forma de fatiga, que observamos en las personas ante la prolongación de las medidas y restricciones generadas por la pandemia por Covid-19. Esta fatiga, entendida, además, como una reacción natural y esperada tras muchos meses de restricciones, se traduce en desmotivación por parte de la población para cumplir con los comportamientos protectores y las medidas de seguridad recomendadas, con el consiguiente riesgo de contribuir en la propagación del virus.
La Fundación Bunge y Born ha publicado recientemente, por tercer año consecutivo, el Índice de Confianza y Acceso a Vacunas (ICAV) 2021, que da cuenta cómo varía el nivel de confianza de la población respecto a la importancia, la efectividad y la seguridad de las vacunas en general. Si bien el índice de confianza (IC) del último año es alto, se observa una leve pero sostenida tendencia a la baja. En relación a 2019, el IC disminuyó un 8,8 % y respecto a 2020, un 1,6 %. El estudio fue realizado entre noviembre y diciembre de 2021 sobre 7.054 casos, mediante un cuestionario con sistema IVR enviado a los celulares. Abarca a todas las regiones del país y a una población mayor a los 15 años.
Laura Figueras: esto provocó un “campo propicio para la baja adherencia a los refuerzos de vacunas”, sin embargo alertó que de subir los casos “el interés por vacunarse volverá a las tasas iniciales”.
La doctora Laura Figueras (M.N. 103.959), jefa de Infectología del Hospital Central de San Isidro, subrayó que “la población le fue perdiendo el miedo al virus” debido a la disminución de casos. Figueras añadió que esto provocó un “campo propicio para la baja adherencia a los refuerzos de vacunas”, sin embargo alertó que de subir los casos “el interés por vacunarse volverá a las tasas iniciales”.
Vacilación en la vacunación: ¿Por qué?
Según el artículo de revisión, publicado en julio de 2022, en The New England Journal of Medicine llamado “El momento de las dudas sobre las vacunas”, la vacilación ante la vacunación es un estado de indecisión e incertidumbre sobre la vacunación antes de tomar la decisión de actuar (o no actuar). Representa un tiempo de vulnerabilidad y oportunidad.
Múltiples encuestas que se realizaron para examinar los sentimientos con respecto a la vacunación contra la enfermedad por Covid-19, han expuesto nuevos niveles de volatilidad en torno a la vacilación de la vacuna, particularmente cuando la vacilación está impulsada por plataformas de medios digitales. Los picos en la vacilación frente a las vacunas a menudo coinciden con nueva información, nuevas políticas o riesgos de vacunas recientemente informados. Parte de la variabilidad se debe a factores como la disminución de la confianza del público en los expertos, las preferencias por la salud alternativa, la polarización política y el extremismo basado en creencias.
¿Cómo podemos cambiar el paradigma?
Los médicos siguen estando entre las personas más confiables cuando se trata de consejos sobre atención médica. Wellcome Global Monitor encuestó a personas en 140 países y encontró que el 73 % de los encuestados dijeron que confiarían más en un médico o una enfermera que en otros; el porcentaje fue del 90 % en los países de mayores ingresos. La aceptación de la vacuna puede aumentar, pero el personal de salud debe ofrecer apoyo y aliento y escuchar lo que importa desde la perspectiva del paciente. Equipar a los médicos con información sobre la naturaleza y el alcance de las inquietudes que circulan en sus comunidades puede ayudarlos a abordar tales inquietudes en la práctica clínica, al mismo tiempo que informa las intervenciones apropiadas a nivel comunitario.
Según el doctor Roberto Debag, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (SLIPE), “todos los actores que deberían dar confianza en las vacunas no están actuando en forma simultánea y ordenada con sus roles. Las jurisdicciones sanitarias, los ministerios, las provincias, las sociedades científicas, los padres y pacientes, la industria farmacéutica y los medios de comunicación, si cada uno de ellos tuviera un rol programado, adecuado, basado en la ciencia, y todos actuaran de una manera conjunta, se lograría la confianza en la vacuna”.
¿Qué hacer cuando un médico se enfrenta a un paciente que no quiere vacunarse?
Debag manifiesta que “según organismos internacionales como UNICEF, GLOBAL HEALT, hay tres cosas que se pueden hacer con los pacientes, en primer lugar escucharlos, luego comprenderlos, no combatirlos, porque en la compresión está la probabilidad del tercer punto que es la transformación”.
Luego agrega que “para llegar a la transformación hay que tener mensajes claros, concisos, con datos duros, que se adapten a ese núcleo familiar” y agrega que “la transformación es un proceso, es un tiempo en el que uno tiene que lograr la credibilidad, y esta credibilidad se logra con transparencia, con verdad y con ciencia de datos duros para decirles que, por ejemplo en la Argentina, la vacuna de la hepatitis A, al ser administrada a los niños al año de vida, permitió que solo un año después ya no hubiese hepatitis fulminante”.
Roberto Debag; “hay tres cosas que se pueden hacer con los pacientes, escucharlos, luego comprenderlos, no combatirlos, porque en la compresión está la probabilidad del tercer punto que es la transformación”.
Por último, Debag también aconseja que se debe ser compasivo con los pacientes, tocarlos, apoyarles la mano en un momento determinado de la consulta, porque esto da credibilidad, y cuando se logra la credibilidad, se pueden producir transformaciones.
Bárbara Broese es médica infectóloga por la Universidad de Buenos Aires (UBA), directora de Epidemiología del Municipio de San Isidro, Pcia. de Buenos Aires, docente de la UBA y de la Universidad Nacional Scalabrini Ortiz.
Diego Montes de Oca es médico pediatra por la UBA, médico del Hospital Universitario Austral, autor del libro La llegada más esperada.
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