La pandemia por covid-19, que irrumpió a principios de 2020, impuso la necesidad de sostener un prolongado aislamiento social preventivo y obligatorio. La imposibilidad de reunirse obligó a redefinir los modos de sostener las relaciones sociales con base en las nuevas mediaciones. La tecnología se volvió entonces imprescindible incluso en ámbitos donde la presencialidad era considerada un valor. En este sentido, la educación superior es un caso paradigmático. Las instituciones educativas y los docentes se vieron profundamente interpelados por esta realidad mientras que buscaban la manera de garantizar la continuidad de la enseñanza. Se activaron entonces distintos dispositivos de Enseñanza Remota de Emergencia.
Las modalidades educativas de emergencia existen desde hace décadas y se han puesto en práctica durante los conflictos bélicos y desastres naturales en distintas partes del mundo. La Enseñanza Remota de Emergencia difiere de la educación a distancia ya que no está diseñada, planificada ni es programática. No busca recrear un entorno educativo robusto sino la generación de una plataforma que habilite la continuidad educativa. Sin embargo, para el diseño de las propuestas en la crisis los aportes de la didáctica de las ciencias y de las ciencias de la salud contribuyen con una amplia variedad de modelos, estrategias y recursos para llevar adelante el proceso.
El Centro de Investigación y Apoyo a la Educación Científica (CIAEC) de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires inició en mayo de 2020 una serie de acciones que buscan dar respuesta a las necesidades y demandas de los docentes de la Facultad, de la Universidad, y del Sistema de Universidades Nacionales y de la región, que se enfrentan al desafío de ajustar sus prácticas al contexto de emergencia. En particular, se desarrolló el Ciclo de Seminarios Internacionales: Enseñar Ciencias Experimentales en tiempos de Pandemia, a través del programa de teleconferencias provisto por la Facultad, en el que participaron más de 3.000 docentes de al menos veinte países y destacados especialistas como conferencistas.
En este artículo retomaremos algunos de los conceptos que nos brindó el reconocido investigador español, Juan Ignacio Pozo en su conferencia Repensar la educación en tiempos del coronavirus: cuando la enseñanza y el aprendizaje se hacen digitales, el pasado viernes 22 de mayo. Actualmente, Pozo se desempeña como catedrático de Psicología del Aprendizaje en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. Sus investigaciones abordan distintos aspectos del aprendizaje de las ciencias naturales, tales como el pensamiento causal y los sistemas externos de representación, la formación del profesorado y las competencias en el nivel universitario, las cuales se encuentran materializadas en numerosos artículos y libros. Ha ofrecido cientos de conferencias en varios países y publicó una infinidad de artículos y libros, que invitamos a revisar y conocer.
Seminario Internacional: Enseñar Ciencias Experimentales en tiempos de pandemia. Encuentro del 22 de mayo 2020 con la participación del Dr. Juan Ignacio Pozo.
El destacado profesor comenzó su interlocución remarcando que la educación es afectada, alterada y modificada por la crisis y detalló: Esto promueve la reorganización de las formas de enseñar y de aprender en todos los niveles educativos, desde la educación infantil a la educación superior. Supone un enorme desafío: pasar de espacios analógicos tridimensionales presenciales, a los que estamos habituados, a espacios totalmente digitales.
Luego, el catedrático se dedicó a explicar cómo la pandemia puso de manifiesto las desigualdades preexistentes en nuestras sociedades y, en particular, en nuestros sistemas educativos y de salud. En este sentido expresó: En estos tiempos de coronavirus se han develado algunos rasgos que no son nuevos en el sistema educativo, pero se tornaron enormemente patentes. Se manifiestan las desigualdades. Uno de los problemas ha sido que muchos estudiantes no han podido acceder a los espacios de educación virtual que se han creado. Simplemente, no disponen de recursos tecnológicos. Lo mismo sucede con la salud. El acceso es desigual. El virus demostró que no se puede sostener la distinción entre la salud privada y pública. O todos tenemos acceso a la salud o nadie tiene salud.
Otra reflexión que nos propuso Pozo se relaciona con la brecha enorme que existe entre los modos de la cultura escolar y los de otros contextos de la vida. Al respecto señaló: Las alumnas y los alumnos han tenido que organizar sus aprendizajes y los profesores y las profesoras han tenido que organizar sus enseñanzas desde esos otros contextos de la vida. De pronto han aparecido los problemas de conciliación, teletrabajo, organización y de cómo la familia puede apoyar las enseñanzas y los aprendizajes.
Siguiendo con la reflexión, se dedicó especialmente a quienes llevan adelante la enseñanza de emergencia: Los docentes no estamos preparados para afrontar los desafíos de una educación digital. En estos meses que llevamos de confinamiento, de educación virtual, es interesante analizar y revisar cómo han evolucionado las demandas y las ofertas de los docentes en relación con estos nuevos espacios educativos. Durante las primeras semanas, la problemática giraba en torno a preguntas del estilo: ¿Con qué plataforma trabajo? ¿Cómo me conecto con los estudiantes?
En las semanas siguientes, la cuestión se redirigió a los usos de esas tecnologías: ¿Están aprendiendo realmente nuestros estudiantes? ¿Cómo los podemos evaluar? ¿Qué podemos hacer con estas tecnologías? Es imprescindible reflexionar sobre en qué medida en los espacios digitales muchos de los recursos didácticos, las formas de enseñar y de evaluar, con las que habitualmente trabajamos, siguen teniendo sentido.
Promediando su intervención, el reconocido investigador planteó tres grandes núcleos sobre los que se puede pensar la problemática de la educación en la pandemia. El primero, referente al pasaje de una mente letrada a una mente virtual, el segundo, vinculado a las metas de la educación; y, el último, relacionado con el impacto de las tecnologías en el aprendizaje y la enseñanza. Centrándose en el primer núcleo, el profesor Pozo mencionó:
“Es evidente que nuestro sistema educativo es un producto de la cultura impresa. Sin embargo, nosotros vivimos en una sociedad atravesada fundamentalmente por las tecnologías de la información y el conocimiento. (...) Esto se manifiesta en los espacios educativos, donde sigue predominando una concepción epistemológica objetivista, centrada en la trasmisión del saber, basada en la palabra, en el texto, en los lenguajes y los códigos simbólicos abstractos. En contraposición, en la sociedad actual, predomina una visión mucho más relativista, donde el conocimiento no pertenece a la persona, sino que siempre está distribuido entre personas, en redes de personas, donde hay una pluralidad de formatos y de lenguajes que es necesario procesar y dominar para acceder al conocimiento. En consecuencia, la función de la educación ya no puede ser trasmitir información, sino que sobre todo, (debe) ayudar a los estudiantes a convertir el flujo de información que se mueve en entornos digitales en nuevo conocimiento”.
Sobre el segundo núcleo referido a las metas educativas en la sociedad digital, resaltó: Son necesarias nuevas alfabetizaciones. La escuela tiene que asumir nuevas formas de alfabetizar científica, artística, informática y gráficamente. Hoy en día, no tiene sentido enseñar a los alumnos a leer, escribir, a medir o a calcular. Lo que tenemos que hacer es enseñarles a leer, escribir, a medir y a calcular para aprender. No se trata de enseñarles a utilizar las tecnologías, se trata de enseñarles a utilizar las tecnologías con fines epistémicos. Tenemos que enseñarles que son recursos potentísimos para acceder al conocimiento y para cambiar su mente. Porque la mente humana no es solamente el cerebro, sino el conjunto de dispositivos culturales que podemos integrar en la actividad mental. Eso es lo que llamamos alfabetización, que las personas se apropien de dispositivos culturales que les permiten transformar sus formas de pensar, vivir, sentir y relacionarse con otros.” [el énfasis es nuestro].
El tercer núcleo desarrollado por Pozo, abrió el debate sobre la medida en que las tecnologías mejoran, o no, el aprendizaje, la actividad cognitiva e, incluso, las relaciones sociales. En este sentido, destacó: Coexisten dos visiones. Una primera visión, que podríamos llamar optimista, nos dice que las tecnologías son muchos más amigables y cercanas a los estudiantes, nativos digitales. Por otro lado, una segunda visión, que podríamos llamar pesimista, nos dice que a través de las pantallas, accedemos y realizamos un procesamiento superficial, irreflexivo e inmediato, que entorpece formas de aprender más profundas y complejas”. Sobre este punto quedó planteada la necesidad de seguir investigando.
Para finalizar y a modo de corolario, Juan Ignacio Pozo cerró su intervención de la siguiente manera: El aprendizaje digital exige, en primer lugar, ser capaz, no de leer un texto, sino de hacer dialogar varias fuentes. Estas ya no se presentan como una unidad acabada, sino como redes. Como en Rayuela de Cortázar, un gran precursor de esta idea, es el propio lector quien construye el texto, organizando y reordenándolo a su manera”.
Lo mismo ocurre con el estudiante digital y es el docente quien debe poner fuentes a disposición, plantear actividades y orientarlo en la construcción de significados. Precisamente, es este nuevo rol del docente, de quien enseña a mentes digitales, es el que nos convoca y reúne en el CIAEC para seguir investigando, innovando y apoyando la educación científica.
Les recomendamos su libro Psicología del aprendizaje universitario: la formación en competencias, publicado por Editorial Morata en 2009.
Jorge Maeyoshimoto, Nahuel Moya, Ignacio Idoyaga y Gabriela Lorenzo
Centro de Investigación y Apoyo a la Educación Científica. Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires.
Jorge Esteban Maeyoshimoto, bioquímico y docente de la cátedra de Física de la Facultad de Farmacia y Bioquímica y del Ciclo Básico Común. Tesista del Centro de Investigación y Apoyo para la Educación Científica (CIAEC). Se desempeña como bioquímico en la Dirección General de Salud y Asistencia Social de la Universidad de Buenos Aires. Consejero Directivo por la Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA. Secretario electo de la Asociación de Profesores de Física de la Argentina (APFA).
César Nahuel Moya, Profesor de enseñanza media y superior en Biología de la Universidad de Buenos Aires y tesista doctoral en el Centro de Investigación y Apoyo a la Educación Científica (CIAEC) de la FFyB.
Ignacio Idoyaga, doctor en Bioquímica y profesor adjunto de la cátedra de Física, director adjunto del Centro de Investigación y Apoyo a la Educación Científica (CIAEC) de la FFyB, investigador del Instituto de Investigación en Educación Superior (IIES - UBA).
Gabriela Lorenzo, doctora en Farmacia, profesora de Didáctica y Epistemología de las Ciencias de la Salud de la Carrera Docente de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, Universidad de Buenos Aires, investigadora independiente del CONICET , investigadora del Instituto de Investigación en Educación Superior (IIES - UBA). y directora del Centro de Investigación y Apoyo a la Educación Científica (CIAEC) de la FFyB.
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