La alopecia es uno de los factores de mayor impacto emocional en los pacientes oncológicos que atraviesan tratamientos con medicamentos citostáticos, que demoran o detienen el crecimiento de las células. Para hacerle frente a este escenario, el siglo XXI trajo como alternativa el uso de cascos fríos, una tendencia que se extendió a nivel global y que ya forma parte de las estrategias que intentan minimizar los efectos secundarios de la quimioterapia. “Resulta más que importante volver a traer este tema a la consideración científica”, advierte Mario Bruno, un médico oncólogo y periodista médico de prolongada trayectoria académica y clínica en la especialidad.
La implementación del tratamiento debe ser monitoreado por el médico tratante. Si bien los resultados de su uso pueden variar según el tipo de quimioterapia y factores individuales de cada paciente, los datos obtenidos en la Argentina por la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC) en 2022 y en España los resultados publicados en 2023 en la Revista Española de Salud Pública refieren una efectividad de un 50 % con taxanos y antraciclinas, dos de los medicamentos usuales en estas terapias.
La alopecia es uno de los factores de mayor impacto emocional en los pacientes oncológicos que atraviesan tratamientos con medicamentos citostáticos.
ACCIÓN FARMACOLÓGICA
Los criocascos o gorros refrigerantes buscan reducir el efecto de la pérdida de cabello que se produce durante la quimioterapia en los casos mencionados ya que funcionan mediante la inducción de vasoconstricción en los vasos sanguíneos del cuero cabelludo al disminuir la actividad de los folículos pilosos por medio de la hipotermia a través de una gorra de silicona que puede ajustarse para mayor comodidad, que se usa antes, durante y después de la quimioterapia y logra descender la temperatura a 18 o 20 grados en forma continua, esto reduce la cantidad de sangre que llega como también los medicamentos, colaborando en la preservación del pelo. Su efectividad puede variar según el tipo de quimioterapia y paciente, cada caso se evalúa individualmente. Algunos medicamentos específicos, como los antraciclinas (por ejemplo, doxorrubicina) y los taxanos (como paclitaxel), son conocidos por tener mayor riesgo de provocar alopecia. Como se aclaró, es crucial tener en cuenta la reacción individual y conocer las opciones a través del profesional que informará en profundidad sobre el tema con el fin de ofrecer los medios seguros para llevarlo a cabo.
El uso de cascos fríos en el contexto oncológico para prevenir la caída del cabello durante la quimioterapia tiene sus antecedentes en la década de 1970. La idea se originó cuando algunos pacientes que recibían tratamientos con medicamentos citotóxicos notaron que su cabello no caía en las áreas donde se aplicaban hielo. A raíz de estas observaciones, se llevaron a cabo investigaciones con el fin de evaluar la viabilidad de utilizar cascos fríos en un entorno clínico para prevenir la alopecia inducida por la quimioterapia. Se desarrollaron así prototipos de cascos diseñados para enfriar el cuero cabelludo de manera controlada. A medida que avanzaba la investigación y se recopilaban más datos sobre la efectividad de los cascos fríos, comenzaron a incorporarse en la práctica clínica de algunos centros oncológicos.
Con el tiempo los cascos experimentaron mejoras en diseño y materiales, lo que contribuyó a una mayor eficacia y comodidad para los pacientes. A finales del siglo XX y principios del siglo XXI, su uso se extendió a nivel global y la técnica se integró en las estrategias para minimizar los efectos secundarios de la quimioterapia. Hoy, los cascos fríos son utilizados en muchos centros oncológicos como una opción para algunos pacientes que desean conservar su cabello durante el tratamiento.
DESAFÍOS, AVANCES Y PERSPECTIVAS EN EL CUIDADO CAPILAR
Los resultados obtenidos de los metaanálisis, los análisis de sensibilidad y otros estudios muestran que la calidad de la evidencia para las variables críticas de alopecia y efectos adversos fue considerada moderada. Nueve estudios que comparan el uso de enfriamiento del cuero cabelludo (ECC) frente a no intervención indicaron una pérdida del cabello superior al 50 % y, en general, una reducción de la alopecia de un 43 % con una heterogeneidad moderada. De un total de 517 referencias obtenidas de la consulta de todas las bases de datos electrónicos, una vez eliminados los duplicados, se seleccionaron 13 resultados sobre 832 participantes, mujeres en su mayoría (97.7 %), con 8 estudios que incluyeron solo pacientes con cáncer de mama donde los principales agentes quimioterapéuticos recibidos fueron las antraciclinas o la combinación con taxanos. También se encontraron efectos similares en el uso del ECC automatizado y no automatizado.
Aunque la técnica de cascos fríos ha sido utilizada durante varias décadas, es importante señalar que su efectividad puede variar según el tipo de quimioterapia y la respuesta individual de cada paciente. Además, sigue siendo un área de investigación en evolución con mejoras continuas en la tecnología y la comprensión de su aplicación clínica ya que tiene un gran impacto emocional y social en la mayoría de los pacientes. Así, por ejemplo, se estima que un 8 % de las mujeres se niegan a recibir tratamiento por la preocupación de perder el cabello.
Se estima que un 8 % de las mujeres se niegan a recibir tratamiento por la preocupación de perder el cabello.
Como señala Mario Bruno, médico oncólogo de prolongada trayectoria académica y clínica, actual presidente de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico de la Asociación Médica Argentina y vicepresidente de la Sociedad Argentina de Cancerología: “La alopecia generada por la acción de los agentes quimioterápicos, una de las formas de tratar el cáncer, según el tipo del mismo y el estadio de la enfermedad, genera en muchísimos casos, y en especial en mujeres, una alteración marcada de la calidad de vida. Se han buscado distintos métodos para evitarla, y los cascos fríos constituyen en este momento la acción más frecuentemente usada para tratar de evitar este efecto colateral de la medicación. Los fundamentos sobre los que se basa la indicación fueron explicados más arriba en esta nota de divulgación”.
Ahora bien, Bruno nos relata que en su observación y experiencia sobre el tema no obtuvo resultados tan significativos ni de relevancia estadística, tanto en el servicio del Hospital Rivadavia como en otros centros oncológicos.
“A nuestro parecer, el frío, mientras pasa la medicación, cumple un buen efecto vasoconstrictor en los microarterias del cuero cabelludo. El problema es que los citostáticos penetran en las células del organismo, pero después de unas horas, vuelven a circular por el torrente sanguíneo, y este período ya no está cubierto por los cascos fríos. Quizás convendría indagar otros resultados, dejando el casco frío varias horas después de la infusión venosa de la medicación”, señala el experto. “Resulta más que importante —concluye— volver a traer este tema a la consideración científica”.
“El impacto que genera la pérdida de cabello desde lo psicosocial y emocional es más frecuente en las mujeres que en los hombres. Esta alternativa es elegida por personas que realizan actividades en atención al público o viven en entornos familiares donde hay niños pequeños que se ven afectados por la impresión visual que produce la alopecia”, dice Gabriela Martín, magister en enfermería oncológica del Servicio de Oncología de Fundación Intecnus, de Bariloche, institución sin fines de lucro fundada por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Fundación Escuela Medicina Nuclear (FUESMEN) y la Fundación Centro Diagnóstico Nuclear (FCDN). “Es importante saber que requiere ayuda de alguien que asista al paciente durante el tratamiento ya que la quimioterapia se suministra por medio de una vía o suero, agrega Martín.
Otra integrante del mismo servicio de Intecnus y también del Hospital Zonal Bariloche “Dr. Ramón Carrillo”, la licenciada Candela Berizzo, especializada en psicooncología, terapias de tercera generación y cuidados paliativos, comenta: “En cualquier persona, el diagnóstico oncológico produce un quiebre en su biografía, situaciones que generan incomodidad e incertidumbre, además de los efectos adversos del tratamiento. Pero es común que tienda a minimizarse la pérdida de cabello. Esto nos permite priorizar el valor y la importancia que la paciente confiere al problema, para evitar así ansiedad, depresión, fobias sociales, impacto en la identidad y en la autoestima”.
El quiebre en la biografía de una persona con diagnóstico oncológico nos permite priorizar el impacto en su identidad y autoestima.
Berizzo amplía su aporte sobre el tema al decir: “No es un síntoma menor, hay que devolverles un poco el control de la enfermedad. Escuchar, validar esta necesidad y presentar herramientas para que la persona pueda elegir cómo transitarla. Que el síntoma no sea una adversidad más que tenga que enfrentar ante el diagnóstico”.
“Que el síntoma no sea una adversidad más que tenga que enfrentar ante el diagnóstico”.
En conclusión, parece existir evidencia científica moderadamente sólida de que la intervención de ECC reduce el grado de pérdida de cabello en pacientes sometidos a tratamientos quimioterapéuticos frente a la no intervención. Sin embargo, los resultados se evaluaron en un corto período tras la quimioterapia. Se requieren estudios con seguimientos más prolongados para confirmar la seguridad y eficacia de este tipo de sistemas de enfriamiento.
Parece existir evidencia científica moderadamente sólida de que esta intervención reduce el grado de pérdida de cabello en pacientes sometidos a tratamientos quimioterapéuticos frente a la no intervención. Pero se requieren estudios con seguimientos más prolongados para confirmar su seguridad y eficacia.
Mónica Santi es profesora de nutrición y actividad física, es operadora sociocomunitaria y voluntaria de la Cruz Roja Argentina, donde desarrolla proyectos sociales. Tiene un programa de acompañamiento terapéutico para pacientes con cáncer de mama. En la actualidad produce y conduce tres programas de radio en VitalRadioOk. Se formó como comunicadora en salud en la Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM), de la Asociación Médica Argentina (AMA).
Bibliografía
American Cancer Society. Gorros hipotérmicos (enfriamiento del cuero cabelludo) para reducir la caída del cabello. 2019. https://www.cancer.org/es/cancer/como-sobrellevar-el-cancer/efectos-secu...
Becherini, Gaston; Vázquez Yetman, Alejandro; Mácula, Maximiliano Jesús. Casco de enfriamiento capilar Frozen. Proyecto final. Universidad Tecnológica Nacional, Facultad Regional Avellaneda, 2020.
Guaygua Loayza, Gabriela; Kowalyszyn, Rubén; Guzmán, Rosa. Eficacia del uso del dispositivo de enfriamiento de cuero cabelludo para prevenir la alopecia producida por quimioterapia. Oncología Clínica, 2022; 27: 37-44.
Trujillo-Martín, María M. et al. Enfriamiento del cuero cabelludo para la prevención de la alopecia secundaria a quimioterapia: revisión sistemática y metanálisis. Revista Española de Salud Pública, 2023, Vol. 97. https://www.sanidad.gob.es/biblioPublic/publicaciones/recursos_propios/r...
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