La educación universitaria pública en Argentina ha sido, históricamente, un baluarte de equidad, movilidad social y desarrollo. Sin embargo, este logro se encuentra hoy bajo amenaza debido a un contexto de desfinanciamiento estructural y políticas que, lejos de fortalecerla, la debilitan.
Desde su creación, las Universidades Nacionales han cumplido una función social fundamental: brindar acceso a una formación de calidad a todas las personas, sin importar su nivel socioeconómico. La universidad pública ha sido, y sigue siendo, uno de los pocos espacios donde la igualdad de oportunidades es tangible. El acceso igualitario a la educación superior no solo es un derecho consagrado, sino también una herramienta para reducir las desigualdades de nuestra sociedad. A través de la universidad los estudiantes pueden aspirar a un futuro mejor, lo que tiene un impacto directo no solo en su vida, sino también en la de sus familias y en la comunidad en general.
Pero, ¿qué ocurre cuando este acceso empieza a ser cada vez más difícil? El veto a la ley de financiamiento universitario ha puesto de manifiesto una crisis que las universidades llevan años enfrentando: la falta crónica de recursos. Este déficit, que no se soluciona con parches temporales, genera consecuencias devastadoras. Sin un financiamiento adecuado, no solo se pone en juego la calidad educativa, sino que se vuelve más complejo sostener políticas inclusivas, como las becas para estudiantes. El resultado es previsible: los sectores vulnerables son los primeros en sufrir las consecuencias, profundizando la brecha social que, irónicamente, la universidad pública busca cerrar.
La investigación en peligro
La investigación científica en Argentina depende, en gran medida, del apoyo financiero del Estado. Las Universidades Nacionales son el corazón de este sistema, donde miles de investigadores trabajan en proyectos que buscan resolver problemas locales y globales. Desde la salud pública hasta la innovación tecnológica, la ciencia que se produce en nuestras universidades tiene un impacto directo en la vida de las personas. Sin embargo, el veto al financiamiento y la continua reducción de los fondos destinados a la investigación coloca a este sistema en una situación crítica. Proyectos que podrían generar soluciones innovadoras para problemas urgentes, como el cambio climático, contaminación o las enfermedades huérfanas, se ven detenidos. Esto no solo afecta al presente, sino también al futuro, ya que el retraso en la investigación impacta en las próximas generaciones.
La precarización de la infraestructura y el capital humano
Otra consecuencia visible del desfinanciamiento es el deterioro de la infraestructura. Las universidades no pueden sostener o mejorar sus instalaciones, lo que impacta directamente en la calidad de vida de los estudiantes y en las condiciones laborales de los docentes, investigadores y nodocentes. Un edificio que se cae, laboratorios desactualizados o bibliotecas sin recursos adecuados son solo la punta del iceberg de una crisis mucho más profunda. Además, las condiciones laborales del personal académico e investigador empeoran, lo que provoca una inevitable fuga de talentos. Los profesionales formados en nuestras universidades, ante la falta de oportunidades y el deterioro de sus condiciones de trabajo, buscan alternativas en el exterior, generando una pérdida de capital humano invaluable.
El impacto en la economía y la movilidad social
Las Universidades Nacionales no solo son espacios de formación académica y científica, sino que también son motores económicos. Los graduados universitarios son esenciales para el desarrollo de la economía nacional. En un contexto global cada vez más competitivo, los países que no invierten en educación e investigación quedan rezagados. Argentina, con su histórico compromiso con la educación pública, ha podido insertarse en ese mundo globalizado gracias a la producción de conocimiento y la formación de profesionales. Pero cuando el Estado no garantiza el financiamiento adecuado, ese motor se detiene. La falta de inversión en educación y ciencia impacta en la productividad y en la innovación, dos aspectos claves para cualquier economía moderna.
Cuando la universidad llega donde las políticas no alcanzan
La Universidad de Buenos Aires (UBA) asume un fuerte compromiso social a través de sus programas de extensión universitaria, llegando donde muchas veces las políticas públicas no lo hacen. A través de "UBA en Acción" y otras iniciativas, la UBA ofrece atención primaria, educación no formal y desarrollo comunitario a poblaciones vulnerables, tanto en el área metropolitana como en distintos puntos del país. Estos programas, en los que participan docentes, investigadores y estudiantes, fortalecen el vínculo entre la academia y la sociedad, generando un impacto concreto y reafirmando la importancia de la educación pública en la promoción de la equidad social.
La importancia de los hospitales universitarios en Argentina: el caso de la UBA
Los hospitales universitarios de la Universidad de Buenos Aires son pilares del sistema de salud pública en Argentina, combinando la atención médica gratuita con la formación académica y la investigación científica. Instituciones como el Hospital de Clínicas "José de San Martín" han demostrado su impacto en la vida de miles de personas, con más de 365.000 consultas y 8.000 cirugías anuales en 2023. Estos centros no solo brindan servicios de alta complejidad, sino que también son fundamentales en la formación de futuros profesionales y en la promoción de la salud comunitaria.
La red de hospitales universitarios de la UBA incluye otros centros especializados como el Instituto de Oncología "Ángel H. Roffo", el Instituto de Investigaciones Médicas Dr. Alfredo Lanari, y el Hospital Escuela de Ciencias Veterinarias. Cada uno de ellos se destaca en áreas específicas, como la oncología o los trasplantes, y su labor ha marcado hitos en la medicina argentina. Además, desarrollan investigaciones que posicionan a la UBA como referente en el ámbito científico, mejorando la calidad de vida de los argentinos.
Sin embargo, estos hospitales enfrentan desafíos de financiamiento que amenazan su capacidad de seguir brindando servicios de calidad y formando profesionales. La crisis presupuestaria del sistema educativo y científico en Argentina pone en riesgo tanto la atención médica como la investigación, destacando la urgente necesidad de políticas públicas que fortalezcan a las universidades nacionales, esenciales para el progreso y la equidad social.
Ciencia y educación son inversiones para el desarrollo de un país, no son gastos
Ambos sectores son fundamentales para impulsar el progreso económico, social y tecnológico a largo plazo. La educación forma a los profesionales y ciudadanos capaces de innovar y resolver problemas complejos, mientras que la ciencia genera conocimiento que permite avanzar en áreas clave como la salud, la energía, la tecnología y el medio ambiente. Considerar la ciencia y la educación como un gasto es un error que subestima su valor estratégico; en realidad, son las bases sobre las cuales se construyen sociedades más justas, competitivas y sostenibles. Solo a través de la inversión en estos pilares se puede garantizar el desarrollo integral de una nación y su capacidad para adaptarse a los desafíos del futuro.
Una mirada crítica: el veto como síntoma
El veto a la ley de financiamiento universitario no es solo una medida coyuntural, sino un síntoma de una crisis más profunda: la falta de una política de Estado que reconozca a la educación y la ciencia como prioridades. En un contexto donde los recursos se destinan a otros sectores, la universidad pública queda relegada. Esto es particularmente grave en un país como Argentina, donde la educación ha sido históricamente una herramienta de igualdad y progreso. El debilitamiento del sistema universitario no solo afecta a quienes están hoy estudiando, sino que pone en riesgo el futuro de todo el país. Al desfinanciar la educación, se está desmantelando un derecho, pero también una de las pocas herramientas que tenemos para construir una sociedad más justa y equitativa.
Es imprescindible que el gobierno nacional reconozca la importancia de las Universidades Nacionales y que mantengan las políticas públicas que las protegen e impulsan a seguir siendo un motor de progreso.
Prof. Dr. Pablo Evelson. Decano de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires
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