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A mediados de la década de 1990 los docentes de todos los niveles y en todo el mundo reflexionábamos sobre los cuatro pilares básicos que entrañaría la formación del nuevo ciudadano, del ´ciudadano para el siglo XXI´: saber ´saber´, es decir saber aprender; saber ´hacer´ con los conocimientos y estrategias adquiridos; y en tanto dimensión actitudinal, saber ´ser´, y saber ser ´junto a otros, con otros¨, esto es, saber convivir con y en la diversidad. Fueron los retos planteados en el reporte de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, de la UNESCO, La educación encierra un tesoro, más conocido como Informe Jacques Delors, debido a que fue él quien dirigió los equipos de trabajo.
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La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) ha estimado que en sus 23 países miembros unos 14 millones de niños y niñas de nivel preescolar han visto interrumpidas las clases, 46 millones en educación primaria, 44 millones en secundaria y más de 18 millones en la educación universitaria. Esto es, más de 122 millones de estudiantes en Iberoamérica han sufrido, y están sufriendo, los embates de la pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2. Un gran interrogante es si las instituciones educativas están preparadas para afrontar las crisis generadas ante situaciones como la que vino a provocar la COVID–19.
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Contar con suficiente cantidad y calidad de proteínas S de la envoltura del SARS-Cov-2 no solo resulta clave para comprender en profundidad el proceso infeccioso, sino también puede contribuir al desarrollo de nuevas técnicas de detección del virus y de posibles estrategias terapéuticas antivirales. La doctora María Victoria Miranda, del Instituto de Nanobiotecnología, junto la doctora Lucía Cavallaro y el doctor Matías Fingermann, nos explican el alcance del proyecto que encaran para producir mediante herramientas biotecnológicas esa proteína crucial.
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Contar con suficiente cantidad y calidad de proteínas S de la envoltura del SARS-Cov-2 no solo resulta clave para comprender en profundidad el proceso infeccioso, sino también puede contribuir al desarrollo de nuevas técnicas de detección del virus y de posibles estrategias terapéuticas antivirales. La doctora María Victoria Miranda, del Instituto de Nanobiotecnología, junto la doctora Lucía Cavallaro y el doctor Matías Fingermann, nos explican el alcance del proyecto que encaran para producir mediante herramientas biotecnológicas esa proteína crucial.
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Contar con suficiente cantidad y calidad de proteínas S de la envoltura del SARS-Cov-2 no solo resulta clave para comprender en profundidad el proceso infeccioso, sino también puede contribuir al desarrollo de nuevas técnicas de detección del virus y de posibles estrategias terapéuticas antivirales. La doctora María Victoria Miranda, del Instituto de Nanobiotecnología, junto la doctora Lucía Cavallaro y el doctor Matías Fingermann, nos explican el alcance del proyecto que encaran para producir mediante herramientas biotecnológicas esa proteína crucial.
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Contar con suficiente cantidad y calidad de proteínas S de la envoltura del SARS-Cov-2 no solo resulta clave para comprender en profundidad el proceso infeccioso, sino también puede contribuir al desarrollo de nuevas técnicas de detección del virus y de posibles estrategias terapéuticas antivirales. La doctora María Victoria Miranda, del Instituto de Nanobiotecnología, junto la doctora Lucía Cavallaro y el doctor Matías Fingermann, nos explican el alcance del proyecto que encaran para producir mediante herramientas biotecnológicas esa proteína crucial.
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